Ayer me acordé de Paola. Hacía tiempo que no me acordaba. Hace tanto tiempo. Tiempo.
Es una historia que no cuento nunca porque no es una historia. Es apenas el principio de una historia que acabó antes de empezar. Paola llevaba un sol tatuado en la espalda. Tenía un diente roto y el pelo muy corto.
El sol en el rostro me hizo recordar a Paola. Y me acordé de Lisboa y sus tejados, del garito donde la esperaban. Nunca volvió de aquel verano. Pensé que no, no somos reemplazables. Cada uno es una pieza distinta del puzzle. Y uno quisiera alejarse y entenderlo todo. Pero no es posible. No es necesario tampoco. ¿Qué mas da? A Paola no le importaban esas cosas. Tenía unas manos pequeñas capaces de derretir tu coraza en un segundo. Eso no cabe en ningún currículum. Pero a ella no le importaban esas cosas.
2 comentarios
Iced -
pi -
pero soy tímido,
y no sé,
y todo va tan rápido...